Ela, de ocho años, y su hermana Dafna, de 15, fueron raptadas el 7 de octubre por la milicia islamista de Hamás, después de haber presenciado la muerte de su padre, de su pareja y del hijo de esta en el kibutz israelí de Nahal Oz. El ataque en Israel se saldó con la muerte de 1.200 personas y con el secuestro de al menos otras 240, entre ellas las dos menores, que fueron llevadas a la fuerza a la franja de Gaza. Las dos regresaron a su casa el domingo, y forman parte de las 69 personas que han sido liberadas en los primeros cuatro días de tregua entre el Gobierno israelí y Hamás. De este grupo, 51 son israelíes, 17 tailandeses y uno filipino. Excepto un hombre con doble nacionalidad israelí y rusa, los demás israelíes liberados son mujeres (22) y niños (28).
“Un momento grabado para siempre en mi memoria”, escribe Maayan Zin, la madre de ambas chicas, en una publicación en su cuenta de X (antes Twitter) acompañada de un vídeo que muestra el reencuentro con sus hijas. El abrazo de las tres es una de las imágenes que resume el alivio de decenas de familias israelíes que han visto retornar a sus parientes tras semanas de presión, tanto local como internacional, sobre el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, para alcanzar un pacto con Hamás en el que se acuerde la liberación de los rehenes. La tregua fue extendida el lunes por dos días más, hasta el jueves ―en un nuevo acuerdo mediado por Qatar―, que permitirá la liberación de otros 20 rehenes a cambio de la excarcelación de 60 presos palestinos.
El lunes, el último día de la tregua inicialmente pactada, fueron liberados 11 rehenes israelíes, nueve menores y dos mujeres, todos con doble nacionalidad: tres con la francesa, dos con la alemana y seis con la argentina. Todos fueron secuestrados en el kibutz de Nir Oz. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, celebró la liberación de sus compatriotas: “Extremadamente feliz con este anuncio”. La Cancillería argentina agradeció “la colaboración” de Qatar “en las gestiones de mediación”.
Una tregua frágil
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La tregua comenzó el viernes a las siete de la mañana, hora local (una hora antes en la España peninsular), con un alto el fuego en la franja de Gaza y con la entrada de ayuda humanitaria en todo el enclave, una de las condiciones que exigía Hamás. En la tarde, Egipto anunció de improviso la liberación de un grupo de ciudadanos tailandeses ―nueve hombres y una mujer― y un ciudadano filipino, que trabajaban en el sector agrario cerca del enclave, resultado de una negociación paralela entre Tailandia y el grupo islamista.
Horas después, la Cruz Roja confirmó la liberación de otras 13 personas de nacionalidad israelí, entre ellos seis mujeres mayores de 70 años, tres mujeres adultas, dos niñas y un niño. Este último, Ohad Munder, cumplió nueve años mientras estaba secuestrado en Gaza. En redes sociales se hizo viral el emotivo encuentro en el que corrió a los brazos de su padre en el Centro Médico Schneider, ubicado en las afueras de Tel Aviv.
Esa misma noche también fueron puestas en libertad cinco mujeres mayores. Margalit Mozes, de 77, es superviviente de cáncer y padece diabetes, al igual que Chana Peri, de 79, la única de este primer grupo que no procedía del kibutz Nir Oz.
Los retrasos y la incertidumbre marcaron el intercambio de rehenes israelíes por presos palestinos el sábado, el segundo día de tregua y el día 50 del conflicto en curso, después de que el brazo armado de Hamás afirmase que Israel no estaba cumpliendo con lo pactado con respecto a la entrada de camiones con ayuda humanitaria a Gaza. La ONU confirmó más tarde que 137 camiones de su representación fueron descargados en el enclave, el mayor convoy de ayuda entregado desde el 7 de octubre.
La encrucijada no fue resuelta por mediación de Qatar y Egipto hasta la noche. El ejército israelí anunció a última hora del sábado que un grupo de 13 mujeres israelíes, 7 menores y 6 adultas, y 4 tailandeses había sido trasladado a Egipto por los representantes de la Cruz Roja para ser llevados a Israel.
Salvo la joven Maya Regev, de 21 años, que fue secuestrada junto a su hermano en el festival de música Tribe of Nova, todos los liberados israelíes vivían en el kibutz Beeri, uno de los escenarios más cruentos de la masacre de Hamás. Entre los casos destaca el de Adina Shoham, de 38 años, que fue secuestrada junto a sus hijos Yahel, de tres, y Navel, de ocho, y su madre, de 67. Los niños tenían doble nacionalidad alemana por su abuelo, que fue asesinado durante el ataque del 7 de octubre.
La fragilidad de la tregua también se puso de manifiesto el domingo, cuando por la mañana la Media Luna Roja denunció la muerte de un agricultor palestino a manos del ejército israelí en el centro de Gaza. Sin embargo, la liberación de rehenes siguió en marcha sin mayores complicaciones. Hamás afirmó a media tarde haber liberado a una persona con nacionalidad rusa “en agradecimiento a la posición (de Rusia) en apoyo a la causa palestina”. El rehén fue identificado como Ron Kivoy, de 25 años, un ciudadano ruso israelí que estaba trabajando como técnico durante el festival.
A los pocos minutos, Israel informó de que la milicia palestina entregó a la Cruz Roja a 17 rehenes, 14 israelíes y 3 tailandeses. Ese día fue liberada la primera persona con nacionalidad estadounidense, Avigail Idan, que cumplió cuatro años el viernes. Un portavoz de la Casa Blanca afirmó el lunes que aún quedan “ocho o nueve” rehenes estadounidenses en manos de Hamás.
Ese día trascendió, además, el caso de Alma Avraham, la secuestrada de más edad por Hamás (84 años), quien tuvo que ser evacuada en helicóptero a un hospital, pues su condición era grave, según la televisión pública israelí. Su familia denunció ante la prensa local que Alma no había recibido su medicación vital mientras se mantuvo en cautiverio.
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