Fisker tiene la intención de vender sus activos, que en su declaración de quiebra están valorados entre 500 y 1.000 millones de dólares. La compañía ha cotizado pasivamente entre 100 y 500 millones de dólares, con Adobe y Google entre los mayores productores.
“Al igual que otras empresas de la industria de vehículos eléctricos, nos hemos enfrentado a varios obstáculos macroeconómicos y de mercado que han afectado nuestra capacidad para operar de manera eficiente”, dijo Fisker en un comunicado anunciando su petición del Capítulo 11, presentada en Delaware.
La demanda de vehículos eléctricos, aunque joven, ha decepcionado a los ejecutivos de la industria automotriz, generando dudas sobre fuertes retrocesos en nuevos modelos y fábricas, incluso en minoristas del mercado como Tesla. La creciente experiencia de los fabricantes de automóviles chinos también es una preocupación para los ejecutivos occidentales.
Fisker fue una de las nuevas empresas de vehículos eléctricos que recaudó miles de millones de dólares con la promesa de un rápido crecimiento, debutando en el mercado fusionándose con empresas que adquirieron multas especiales en 2020 y 2021. Algunas de estas empresas, entre ellas Lordstown Motors, Arrival y Proterra también se declararon en quiebra. Otros, como Canoo y Nikola, han tenido problemas económicos.
Fisker dijo que esta es la segunda vez que su financiero, Henrik Fisker, supervisa una quiebra en el fabricante de automóviles. Su empresa anterior, Fisker Automotive, figuraba en la protección del Capítulo 11 en 2013.